jueves, 26 de abril de 2012
Sigue llorando
martes, 11 de diciembre de 2007
Conversaciones privadas II
Y allí estábamos, escuchando el plap plap de una lluvia persistente que parece que no moja pero, casi sin darnos cuenta, nos empapa. El mesero, interrumpiendo nuestra silenciosa conversación, nos ofrece la carta y ambos la leímos sabiendo que pediríamos lo mismo de siempre: un capuccino y una tacita de ágrio café turco. También sabiamos que ésta vez no habría intercambio de tazas, entre nosotros dejó de exisitir la palabra "compartir" y hemos abandonado cualquier prefijo que hable sobre nosotros: partir.
El mismo lugar y las mismas sillas de siempre, la misma tú, pero lo que sí cambió fue la carta. Creo que fue mejor el americano por ésta vez.
Por fin hablamos de algo, sobre los planes, esos planes que ya no espero y que sigo porstergando
Silencio...
Enciendo un cigarrillo y empiezo a hablar sobre la lluvia escurriendo su melancolía en la ventana. Terminaría hablando, una vez más, lo sabías, sobre Vietnam aunque en la guerra, aún treguas y dimisiones, siempre hay uno que se lleva la derrota con la cola entre las patas. Ésta vez sería yo y no lloraría mi muerte para burlarme de ella en un cementerio. No me burlaría de ella, menos aún frente a tí.
No más de tres minutos. Fue la alianza que hice con mi llanto.
No más de tres minutos, ésta vez, sólo ésta vez, cada quien se lleva sus penas para ahogárlas en su propia almohada.
Adiós, te dije. Me levanté y salí, no te atreviste a detenerme.
"Adiós" le murmuré a mi espalda y encendí un segundo cigarrillo sin darme cuenta hasta que se ahogó con una gota de lluvia entre mis dedos que ya habían dejado de temblar.
lunes, 10 de diciembre de 2007
Conversaciones Privadas I
domingo, 18 de noviembre de 2007
Un buen día algo sucedió
que terminó las guerras en el mundo
El hombre dejo de luchar
por el total poder, en un segundo
Los políticos renunciaron a sus puestos
ya nadie efectuó su poder de legislar
El Estado se volvió acéfalo ya que…
¡ninguno se presento a gobernar!
Se terminaron los deportes
y vacíos los estadios y los gimnasios quedaron
No más sudor, entreno o sacrificio
¡en su campo de pericia, todos abandonaron!
Ya ningún actor hizo televisión o teatro
no se hicieron más películas de acción
Ni de romances, drama o suspenso
¡Habían renunciado a la actuación!
No se escribieron más poesías
ni libros de amor encontrado o perdido
No más tratados de ciencia ni psicología
¡Los sensibles e intelectuales habían desaparecido!
Los pintores dejaron sus brochas y pinceles
y los bailarines sus pies mas no movieron
Los músicos olvidaron sus instrumentos
¡los artistas se desvanecieron!
¿Qué había pasado en el planeta?
ustedes se preguntaran
La razón es tan simple
que ya muchos la adivinaran
La respuesta que esto encierra
aquí la voy a responder
Es que cada hombre en
tenía a su lado a su soñada mujer
lunes, 8 de octubre de 2007
Puede ser
jueves, 4 de octubre de 2007
La manta de los sueños
Para Daniela V.
Salgo a pescar sin caña,
a la guerra sin fusil,
a la cancha sin balón
y al amor sin amor,
encuentro cosas que creí extraviadas
pensaba que era sabio y no sabía.
La encuentro despacio
abrazada del tiempo y espacio,
me regala la noche perdida
en una tarde tan cualquiera,
dos pesos de nostalgia
y un pedacito de su amor,
una enésima parte de sí,
una flor blanca de su jardín.
Con la luna me hice un collar de palabras
me compré una sonrisa,
y una balsa de canciones
una pluma de serpiente,
un tintero de mariposas estomacales.
Me volví carpintero de su utopía,
lustrador de sus estrellas,
libertador de sus sueños encarcelados.
Todo ésto equivale a ser feliz
o menos desgraciado a las doce de la noche.
Los peces saltaban a mis manos,
triunfaba en los partidos sin nada,
ganaba las batallas sin matar
y al amor lo encontré en su mirada
una tarde por la noche que no lo fui a buscar.
[Colibrí Zurdo]
México Tenochtitlan, octubre 2007
Espero que se valga poner un sueño, porque realmente éste no tiene que ver mucho con "los sueños" en general, pero sí es un sueño.
lunes, 1 de octubre de 2007
La sirena
A lo lejos se escucha un gallo saludar al alba. Algunos pajaritos silban en coro, algunos otros contestan en una rotunda orquesta. La canción: "Himno a la mañana que no amanece", ¿cómo hacen las aves para no detener su canto aunque el día se presente oscuro y nublado? Quiero aprender a cantar, a escribir aunque el día nublado me tome por sorpresa.
Estoy confundido, es la cruda resaca de su nocturna compañía. Soñé con el canto mareador de las sirenas, me llevaron a sitios recónditos, tan profundos como misteriosos. Odiseo me advirtió que había sido seducido desde el fondo del mar, demasiado tarde: me lavanté con fiebre, llorando el delirio de alguna alucinación. Algo escribí, algo escribí. No recuerdo, ¿alguna mentira? Y vuelvo a mentir, algo escribí y me he convertido en el enemigo de mis letras que, después de crearlas, voltean, me miran y se burlan de mí en mi propia cara, "¿tú escribiste esto?" Soy el creador burlado, ahora sé lo que siente Dios cuando alguien dice "soy ateo". No, no me arrepiento de lo escrito, lo que escribo se arrepiente de mí y mis letras se ordenan en hilera alfabética mofándose de su creador, "mentiroso, mentiroso, mentiroso... Jáaaaaaaaaaaa", cantan las malditas como si se tratase de una canción infantil. Allá viene la A, mi letra favorita, y me recrimina: "lamento estar en tu nombre, lamento ser la mayúscula en él", se aleja arrebatándose de mi nombre para quitarme la existencia.
Huyo de las tentaciones de sirenas al cantar, huyo aunque me atrapen con sus músicas angelicales. Huyo aunque no pueda escapar: mis versos se detienen encontrando la mentiras que los hacen girar y yo mismo me he convertido en el plagiador perfecto de mis sentimientos. "No hay nada peor que plagiarse a uno mismo" dijo algún profeta tocado por la mano de Dios, me lo repite una y otra vez tras escupirme la cara. Su saliva resbala por mi cara, se confunde con mis lágrimas y termina secandose en la oscuridad de mi barba. Me he plagiado a mí mismo y me he convertido en el artífice de juegos macabros y dantescos, "scrable" juegan las letras que se van formando diciendome cuantas tantas groserías. Juego al "juego de la oca" y la oca, en cada casilla, muerde mis dedos para no volver a hacer uso de mi ingenio. A "serpientes y escaleras", apuesto los milagros escritos en mis manos: por escaleras elevo versos mareados de palabras. Por la ponzoña de las serpientes enveneno a mi amada, serpientes clavan sus colmillos filosos en su cuello, donde alguna vez quise poner besos, mientras yo, siempre tan cobarde, me tapo los ojos con ambas manos... como el niño que encuentra en sus manos los escudos que lo protegen del mundo.
A lo lejos escucho a las sirenas jugar lotería, "cupido", "el corazón", "el fuego", "el catrín", "el cirquero", "la serpiente", "el diablo", "la muerte", "el mexicano" repitieron con lentitud el nombre de cada una de las cartas, como el repique de algunas campanas que anuncian el Aquelarre... Un silencio, "la sirena".... ¡LOTERÍA! gritan todas las brujas a la par, después de azotar una tremenda risotada. Se emocionan al ver al perdedor que ahora se tapa los oídos arrinconado en alguna esquina de la decepción .
"¡La sirena! ¡La sirena! ¡La sirena!, con los cantos de sirena no te vayas a atarantar"... Gritan algunos viejitos, de piel tostada por el sol, bailando entre las piedras. Uno de ellos, el güero, resalta entre todos ellos por su peculiar forma de mover los pies mientras levanta el polvo a cada paso. Me ha mirado, lo he reconocido. Se acerca con violentas zancadas, a un paso de mí arremete con darme una bofetada, enorme y venosa mano de arriero en mi mejilla. Cubro mi cara con los brazos para soportar su enojo pero él, a milímetros del golpe se detiene y palmea mi espalda... "No llores más. Ahora despierta."
Desperté llorando, con fiebre, pero he querido exprimirme. Quiero escribir hasta la última palabra si esto es lo último que ha de ser escrito. Me exprimo los puños y comienzo a parir letras a pugidos. El dolor se manifiesta a gemidos en cada suspiro.
Sigo pariendo letras, moriré desangrado en el parto.